El cuidado del agua y nuestra seguridad alimentaria

Verónica Morales Ibáñez
Ingeniera Civil Industrial, mención Medio Ambiente
Directora Ejecutiva de Fundación Lepe
El mes pasado hubo un importante movimiento a nivel internacional con ocasión de la celebración
del Día Mundial de la Alimentación, una de las fechas más importantes en la agenda anual de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entidad que
emitió un llamando que buscó promover el aumento de la disponibilidad de alimentos sanos y
seguros para toda la población.
Este año el énfasis estuvo puesto en el agua, considerando que el acceso por persona a este
recurso ha disminuido en un 20% en las últimas décadas, además del hecho de que 2.400 millones
de personas en el mundo viven en países sometidos a estrés hídrico.
Un escenario de suma urgencia, por el cual se unieron 150 países para generar conciencia sobre la
importancia del agua para asegurar la presente seguridad alimentaria y de las futuras
generaciones, que organizadas por la FAO cantaron en distintos idiomas “el agua es vida, para no
dejar a nadie atrás, cada gota cuida”, video que se hizo viral. Sumado a lo anterior, durante 2023,
Chile publicó la Estrategia Nacional de Soberanía para la Seguridad Alimentaria, la cual tiene como
objetivo fortalecer la seguridad alimentaria presente y futura de nuestro país.
Reducir el desperdicio de alimentos, devolver el agua a las cuencas y reutilizar el agua son algunas
de las medidas que aportan en la disponibilidad hídrica para una agricultura regenerativa: se trata
de iniciativas que no necesariamente tienen que venir desde las políticas públicas, sino que se
están gestando en los territorios gracias a las comunidades, a sus capacidades innovadoras, al
espíritu de la colaboración y a la necesidad de cubrir aspectos básicos para la salud humana.
Testimonio real de eso han sido diversas organizaciones sociales con las que ha trabajado
Fundación Lepe desde 2017: por ejemplo, la “Agrupación vecinal en apoyo a la Recuperación del
Durazno Betarraga” y “Porotarium Austral”, propagando alimentos originarios que aportar a la
biodiversidad y la seguridad alimentaria; “la Junta de Vecinos Canto del Agua” que se unieron para
aplicar técnicas de retención de agua y compostaje en Atacama; “La red Biobío Solidario” que ha
salvado más de 3 millones de kilos de alimentos de desperdicio desde 2014; o el proyecto
“Restaurando Aguas y Bosques del Lafkenmapu”, que con técnicas tradicionales de mejoramiento
del suelo y reforestación, han logrado restaurar árboles nativos y fuentes de agua en la zona de
Tirúa.
Todas éstas son evidencias regenerativas que contribuyen a la seguridad alimentaria y a la
disposición de fuentes de agua para una producción de alimentos en armonía con la naturaleza.
Cerramos octubre e ingresamos a noviembre con el llamado a que cada uno colabore desde sus
propias realidades y territorios: cultivando alimentos frescos y acordes a sus respectivas
temporadas, planificando lo que vamos a consumir, reciclando y reutilizando el agua, porque… el
Agua es Vida.