Otro proyecto constitucional que no unió

Felipe Vergara Maldonado
Analista Político
Académico Universidad Andrés Bello

La aventura de cara a este nuevo proceso Constitucional generaba expectativas
auspiciosas: el fracaso de la propuesta anterior, sumado la tranquilidad que daba la
transversalidad del comité de expertos y el diálogo generado de cara a que ésta era la
última oportunidad de concluir con una nueva Constitución, hacían presumir que el texto
resultante sería reconocido transversalmente, aún más, el borrador entregado por dicha
comisión lograba generar un amplio consenso, recogiendo sensibilidades e incluyendo a
un amplio sector de Chile, desde la diversidad de sus ciudadanos, sus credos, etnias,
culturas, el respeto del medio ambiente, entre tantas otras indicaciones que buscaban
poner en el centro de nuestra Carta Fundamental a la persona.
El texto final que se entregó el martes 7 de noviembre, fue en votación dividida en varios
de sus artículos y con recriminaciones cruzadas, tanto del texto emanado, como de la
forma en que dicho documento se impuso, fiel reflejo de cómo fueron las discusiones al
interior del ex congreso, recordando con matices menos histriónicos, lo vivido hace un
poco más de un año, en la primera y fallida propuesta constitucional.
El comité de expertos, con sus diferencias naturales, llegó a consensos con altura de mira
y poniendo a Chile en el centro, su resultado fue un borrador auspicioso; sin embargo, al
ser trabajado por el Consejo Constitucional, dicho aprendizaje no pudo exportarse, sino
que, por el contrario, reforzó las divisiones y no solo entre los propios integrantes de dicha
comisión, sino también profundizando las diferencias que la ciudadanía chilena viene
arrastrando ya hace años.
Lo más lamentable de este nuevo proceso es que independiente de si este proyecto
constitucional se aprueba o rechaza, el objetivo de avanzar en una Constitución de nos
una e identifique, quedó en un slogan con mala vejez. Aquella Casa de Todos, como
también se planteaba, no será tal, la fragmentación de la sociedad chilena solo se
profundiza con este nuevo proceso.
Tan paradójico es el escenario y tan compleja la propuesta Constitucional, que aquellos
que se oponían a la Constitución del ’80, son hoy quienes llaman a mantener vigente
dicho texto y, por el contrario, quienes han sido defensores de la aquella Carta Magda,
son los que motivan a cambiar el texto.

Quizá como país, algo podríamos aprender de los Panamericanos, que al alero de una
bandera y de un himno que se repitió Incansable y orgullosamente, las diferencias sí
pueden encontrarse, los polos acercarse y mirar a Chile con orgullo y procurando siempre
el bien común; pero cuando la ideología y los afanes electorales se apoderan del relato, el
resultado, habitualmente es malo; lo vivido en el proceso anterior y cual déjà vu, lo
volvimos repetir hoy.
El proyecto constitucional que se votará el próximo 17 de diciembre, independiente de las
válidas diferencias interpretativas a sus artículos, es un documento que tristemente no
logró avanzar en uno de sus principales desafíos, sino el mayor, poder ser reconocida por
toda la sociedad como nuestra Carta Fundamental, aquella que nos es común, que
propicia la unidad y logra representar a la amplia mayoría de las y los chilenos.