Tras una serie de intoxicaciones, Ecuador encendió una alerta por la
llamada droga “zombie”, sembrando inquietud en Perú y, tangencialmente,
en Chile. El Longino constató el fatal avance del fentanilo en toda América
revisando los informes policiales locales junto al análisis del experto de la
Usach, Dr. Leonel Rojo.
Isabel Frías
Periodista U.C.
En Estados Unidos, la llamada “droga zombie” lleva muchos años provocando una
verdadera epidemia de muertes por sobredosis: Ha sido responsable de quitarle la vida al
cantante Prince, a Tom Petty, al rapero Lil Peep y dejó con daño cerebral a Demi Lovato.
Su nombre es fentanilo y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de
Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) informó que solo el año pasado fue la droga
que provocó más decesos en ese país, con casi 70.000 fallecidos.
No en vano los expertos en drogas saben que este opiáceo es cincuenta veces más
peligroso que la heroína y cien veces más que la morfina; una sustancia que se procesa
legalmente como analgésico en forma de ampolla (líquida) y también bajo la fórmula de
pastillas, en formato granel.
Es esta última versión la que hoy preocupa, ya que en barrios ecuatorianos se la mezcla
vía artesanal no solo con heroína, sino con residuos de cemento, veneno para ratas y
otros productos de origen tan diverso como dañino, incluido el tusi o la mal llamada
cocaína rosada.
CÓCTEL MORTAL
El rápido desplazamiento de esta nueva “oferta criminal” se trasladó desde el mercado
estadounidense hasta Sudamérica es una situación que el jefe antinarcóticos del
Departamento de Estado norteamericano, Todd Robinson, se explica por los carteles que
operan en México, el que —según Robinson— sería el principal puerto de entrada a su
país, en tanto que a Colombia y Ecuador los apunta como participantes de esa cadena de
suministro.
La Policía de Investigaciones de Chile, a través de su Brigada Investigadora de Sustancias
Químicas Controladas (Brisuq) efectúa similar diagnóstico y lo detalla de la siguiente
manera: El fentanilo comenzó a circular en el hemisferio norte, en principio, como un
adulterante de la heroína; luego pasó a México por el contacto con el Estado de California
y de ahí saltó a Colombia hacia el año 2017 donde se comenzó a ver utilizada dentro de un
cóctel que podría atribuirse al mercado de drogas sintéticas o “de diseño” y es la situación
que hoy tiene movilizada a la policía ecuatoriana.
En los últimos días, el tema se ha focalizado en Guayaquil, donde se han reportado un
número creciente de pacientes ingresados a los servicios de urgencia de esa ciudad
ecuatoriana por síntomas asociados a drogas sintéticas, que están elaboradas entre otras
drogas por fentanilo y que provoca síntomas muy difíciles de abordar: dolores intensos en
el cuerpo, ojos desorbitados, personas encorvadas, desorientadas y que no responden a
los tratamientos disponibles.
Tras introducirse en Ecuador, el siguiente país contaminado con este tráfico y consumo
fue Perú y las policías ecuatorianas aseguran que las recientes ampollas encontradas en
Ecuador “están ingresando por la frontera sur con Perú”, por las provincias limítrofes
de Loja y El Oro.
Esas mismas autoridades también advierten que todos los países de la región
sudamericana están desafiados a contener el avance de esta droga porque las
“organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico ya operan en un mercado
transcontinental desde los puertos de Guayaquil y de Esmeraldas”.
CHILE Y PERÚ AL BAILE
A estas alturas, los expertos aclaran que en el fenómeno está involucrado, por un lado, el
citrato de fentanilo, que tiene usos medicinales y, por otro, el clorhidrato de fentanilo,
que corresponde a la droga sintética que causa mayor preocupación porque es de difícil
trazabilidad y detección.
“Dos miligramos de fentanilo artesanal podrían provocar la muerte de una persona”,
afirma Leonel Rojo Castillo, doctorado en farmacología de la U. de Chile. “Esto —añade—
tiene que ver con la falta de datos y fiscalización porque cada vez se está haciendo más
evidente nuestra calidad de país intermediario en la exportación de sustancias hacia
Europa y Estados Unidos a través de puertos chilenos. Es un tema de tiempo en que se
conozcan realmente nuestras cifras”, anticipa.
Asimismo, enseña a reconocer cuándo en un servicio clínico se está frente a un paciente
intoxicado con este compuesto adictivo: “Los síntomas que podrían implicar una
intoxicación peligrosa con fentanilo son embotamiento, falta de conciencia, dificultad
respiratoria y la contracción de la pupila, que es muy evidente ya que se pone como un
punto negro, indicativo de intoxicación con opioides”.
En relación a distribución, el académico de la Usach agrega que “el tráfico de esta
sustancia puede ser muy fácil a través de comprimidos disfrazados de otro tipo de
medicamento falsificado y eso hace muy difícil que tengamos el número real y de otras
drogas como las denominadas sintéticas o de diseño”.
Leonel Rojo concluye que, “como no se puede saber cuánto fentanilo tiene un
comprimido fabricado de manera artesanal, es muy fácil caer en una dosis tóxica”,
indicando que durante los decomisos realizados en EE.UU. y otros países del mundo, se ha
podido constatar contenidos de entre 0.2 y 5 miligramos. “Si uno piensa —explica— que
con 2 miligramos alguien puede morir de una falla respiratoria, es imposible saber la dosis
que trae uno fabricado en la calle. Por ejemplo, un adolescente que no pesa más de 60
kilos perfectamente con 3 o 4 miligramos podría morir”, advirtió el académico de la Usach.
Finalmente, la PDI entrega las cifras de incautaciones que ponen el contexto de Chile: En
2020, se incautó una ampolla; en 2021, hubo 19 decomisos; en 2022, un total de 132; y en
lo que va de este 2023, se han 71 ampollas incautadas, pero con una precisión relevante:
Todo el fentanilo pesquisado en Chile por la PDI ha sido de origen farmacéutico, al menos
hasta ahora.